miércoles, 18 de febrero de 2009

DE LA MÚSICA CARTAGENERA Y SU SIN REFERENTE LIBERTARIO INDEPENDENTISTA

Durante mucho tiempo se ha sostenido que Cartagena fue la cuna de la musicalia colombiana, pues en esta ciudad existió el sello disquero más grande que haya tenido el país hasta hoy “Discos Fuentes”, por sus estudios de grabación pasaron las mejores y grandes orquestas de Colombia y el Caribe. Sin embargo en su larga trayectoria de temas grabados existen pocas referencias a la Independencia de Cartagena, inclusive la música que reivindican como “novembrina” que fue grabada 100 por ciento en sus estudios, no rememora la gesta histórica de la ciudad; por tanto pretende este trabajo resaltar como a partir de la idealización de la “música novembrina”, nuestros referentes libertarios de Independencia, fueron reemplazados por los referentes musicales y festivos.

El proceso de deterioro de la celebración de la independencia como acto cívico empezó desde el momento mismo de la declaración o lectura del acto de Independencia.

“El 11 de noviembre de 1811 la Junta Suprema de Gobierno se reuniría en el Palacio de Gobierno para tratar ciertos temas, entre ellos el de la declaratoria de independencia absoluta, propuesto por Germán Gutiérrez de Piñeres, quien hacía parte de la Junta.
Los cartageneros convocados por los Piñeres que estaban reunidos en el barrio de Getsemaní, esperaban con impaciencia el transcurso de la crucial reunión. Llegó entonces la noticia de que se aplazaría una vez más la susodicha declaratoria y la multitud enardecida y arengada por los piñeristas, entró en la Plaza de la Aduana de donde sacó de la Sala de Armas el aprovisionamiento suficiente para presionar por la fuerza, si era necesario, a la Junta de Gobierno.
Entró la turba al propio Palacio de Gobierno, y en medio de recriminaciones a los aplazadores, lograron que los allí reunidos firmaran el Acta de Independencia Absoluta de España, toledistas, piñeristas (que regresaban al poder por la fuerza) y demás.
Más tarde la Junta ordenó la lectura del "Bando" para hacer pública el Acta, jurando separarse definitivamente de la Corona española”[1].

Una acción como aquella, que implicó algo más que unas simples amenazas, al ser leída al público como resultado de la operación, éste prorrumpió en gritos de alegría y en festejos hasta bien entrados los días. Los miembros de la Junta Suprema de Gobierno sintieron amenazadas sus vidas.

El 11 de noviembre Pedro Romero, al frente de los Lanceros del Getsemaní y del resto del pueblo de este barrio, asaltó el almacén de armas. Armados de lanzas, fusiles y puñales, sus hombres irrumpieron en el salón donde se encontraba reunida la junta y exigieron que se declarara la independencia absoluta de Cartagena, al mismo tiempo que pedían que en las milicias de pardos los oficiales fuesen pardos.

A García Toledo, que trató de oponerse al pronunciamiento, lo golpearon y amenazaron de muerte, Asustada, la mayoría de la dirigencia criolla allí presente votó contra su voluntad por la separación absoluta de España. Al frente del pueblo se encontraban, además de sus líderes mulatos, el criollo de Mompox Gabriel Piñeres y el abogado de Corozal Ignacio Muñoz, quien estaba casado con una mulata, hija de Pedro Romero. Sin embargo, lo que vale la pena resaltar aquí, es que excepto Gabriel Piñeres, que no era cartagenero, no había ningún otro miembro de la élite criolla en el grupo de hombres armados que impusieron la independencia”.[2]

Hasta que todo volvió a su calma habitual y dichos personajes respiraran tranquilos porque no pasó de un mal momento, pues su integridad, sus familias y sus bienes no fueron tocados, lo que sin duda fue aprovechado por estos para reagruparse, urdir conjuras y planes para mantenerse en el poder, como de hecho ocurrió hasta 1815 fecha de la retoma por Pablo Morillo.[3]

Luego de las luchas intestinas del periodo republicano, hasta la Guerra de los Mil días y la pérdida de Panamá en 1903, los cartageneros tenían una apatía por lo político, lo partidista, lo patriótico, estaban desilusionados por las actuaciones de sus “lideres” o caudillos en estos insucesos; el pueblo cartagenero en realidad distaba mucho de ser un pueblo “patriota”

“…el rumbo que tomó la historia de la ciudad y el país luego de la independencia bajo la dirección de una élite despreocupada por la suerte de aquellos realizadores del histórico acontecimiento, se convirtió en un camino de equivocaciones constantes, reflejadas en las continuas guerras civiles y en la fragilidad del Estado nacional.
‘la idea de patriotismo ha muerto en ellos, las personales ambiciones de los que se titulan jefes de partidos han sido la causa por la cual se ha visto ensangrentado en más de una ocasión el suelo de la patria.’[4]


Por su carácter festivo, caribe, alegre y tropical, el rigor disciplinario de la milicia y la iglesia, no iban con el carácter de nuestros antepasados; sobre todo cuando nuestra lucha por la independencia es un hecho incruento (11 de Noviembre de 1811), por tanto, el Tedeum, los desfiles de militares y de las bandas de guerra de los colegios en esa fecha, difería mucho del imaginario colectivo construido en los sectores populares y de la elite,

La élite es un grupo que maneja su propia cultura, sus redes simbólicas, sus rituales de representación, sus espacios (Clubes, Parques), pero a la vez se apropia de elementos de la cultura marginal…[5]

por tanto no podía ser la gesta que querían reivindicar, de unos mártires “inexistentes”, de unos “patriotas” que derramaron su sangre por el terruño.

“Cartagena había vivido un Siglo XIX agónico, caracterizado por costumbres relajadas que venían desde la Colonia y se perpetuaron debido a la crisis económica de manera que cuando empieza la recuperación , el proyecto modernizador que se intenta realizar choca con una realidad lúdica, carnavalesca de la cual, como es natural, participa la misma élite que abanderaba la modernización. Así mismo, se acentúa el fenómeno de la exclusión y discriminación en la medida que los símbolos de diferenciación se hacen más marcados… se inventaron un espejo que les devolviera las imágenes falseadas. Sin embargo, las mismas circunstancias de un proceso de modernización inconcluso con fuertes raigambres tradicionales contribuyó a acentuar el carácter paródico y esperpéntico de un orden que ellos mismos subvertían” [6]

La mayoría de los que participaron del acto de Independencia de España no eran cartageneros de nacimiento, sino de otros lares como: Mompox, Cuba, México, no tendría el pueblo cartagenero una justificación válida para celebrar, pues no estaban representados por quienes habían iniciado el proceso libertario de 1811, que culminó en Octubre de 1822; pero una feliz coincidencia hace que ese aspecto, crucial en otra geografía, aquí no se sintiera, pues una de las características de la ciudades puertos es que las distintas identidades se entrecruzan, estableciendo relaciones y complejidades más allá del origen o la raza, creando un microcosmos universal en donde las diferentes vertientes convergen en un solo punto, para el caso de la Independencia de Cartagena, el que estas personas venidas de otros lares participen de su vida social, política y económica, no es una rareza sino más bien el común, pues en su mayoría son súbditos de España y no de la provincia o el virreinato.


Sobre todo en los albores del Siglo 20, cuando estaban recientes los acontecimientos de Panamá, cuando no se habían sanado las heridas, es difícil creer que una ciudadanía con un pasado libertario, fuera dada a complacer los caprichos andinos de una construcción temprana de país, “la elaboración de una memoria histórica por parte de los trabajadores no es una construcción ingenua… la manera como ellos intentaban forjar una nueva realidad histórica y política, se alimentaba del retorno a una utopía republicana de la cual se sentían herederos. De aquí, que ese uso público de la historia esté reforzando la necesidad de conformar una república que ellos consideran aplazada.”[7], lo único que mantenía viva las expectativas de la ciudadanía cartagenera en la efemérides de noviembre eran las verbenas y espectáculos públicos traídos a la ciudad para la ocasión y la solicitud de las prorrogas que tal como lo narra Javier Ortíz Cassiani en su ensayo Modernización y desorden en Cartagena, 1911 – 1930: Amalgama de ritmos, del libro Desorden en la plaza. Modernización y memoria urbana en Cartagena: eran más un pretexto para fiestas, pues no existía el rigor del que hablábamos antes, y había licencia para la francachela.

En la década del 30 y siguientes del Siglo 20 aparece en la ciudad “Discos Fuentes” de los hermanos Antonio y Curro Fuentes, quienes comenzaron a lanzar los éxitos de fin y principio de años. Aprovechando el marco de las Fiestas Novembrinas, sólo en dos ocasiones se han denominado Fiestas de La Independencia: 1964 y 2003 hasta hoy. Lanzaban al mercado los temas, con presentaciones en vivo de las orquestas locales, nacionales e internacionales, que ellos consideraban, iban a ser los éxitos para navidad, fin de año, fiestas en corralejas y carnavales, con ello aparecieron las casetas, los disfraces, los bailes en los clubes sociales de la ciudad (Cartagena, Unión, Popa, otros), al igual que los elementos populares como las llaneras, las fritangas y los bailes callejeros, tanto uno como otros se divertían a sus anchas y se entremezclaban como ocurriera en épocas de la Colonia en el Cerro de La Popa.

Esta influencia se extendió hasta 1968, época en la que “Discos Fuentes” se traslada a Medellín, y empieza el declive de la musicalia local, ya los clubes no tenían orquestas propias, al igual que los cabaret’s de Tesca y Tesca Nuevo, las casetas como:”La Cañaguatera”, “Matecaña” y otras que se nos escapan fueron reemplazadas por la “Tres Esquinas” las orquestas de grandes formatos reemplazadas por las Bandas de Viento de Sucre y Córdoba, al igual que por Conjuntos Vallenatos y posteriormente irrumpe con fuerza del Caribe Insular el Picó y entra en franca decadencia la caseta. En todo este periodo de tiempo, soterradamente viene emergiendo un fenómeno que daría el puntillazo final a la memoria y rememoración patriótica y cívica de nuestra fiesta, el Reinado Departamental de Belleza (1934 hasta 1956) Reinado Nacional de Belleza (1957 – 1982) y Concurso Nacional de Belleza (1983 hasta la fecha) es sobre todo a partir de 1957 que el Reinado empezó a reemplazar paulatinamente el carácter del festejo y se pasó de un “desorden organizado”, porque a estas alturas eran pocos los que reivindicaban el hecho histórico, a un evento restrictivo y excluyente. Existe un panfleto editado por la Alcaldía de Cartagena y la Academia de Historia de Cartagena de 1964 en donde se expone el programa de la Fiesta de La Independencia, ese sólo hecho oficial reivindica el carácter de la fecha,

“En la república lo simbólico está representado por los imaginarios de la mítica patriótica. Exaltando los triunfos militares frente al pasado colonial, promoviendo la figura de los héroes, difundiendo el ideario de la Independencia, que se reflejó en noviembre, que fue un hecho significativo que marcaron la ruptura con la corona española… puede notarse como al principio y en gran parte del Siglo XX, en las fiestas novembrinas confluyeron los imaginarios republicanos…las simulaciones bélicas del buscapié, fandangos y todo un despliegue de la creatividad musical y dancistica en sus diversas manifestaciones… las fiestas novembrinas presentan cambios sustanciales como son los reinados que, en principio, en los cabildos eran una expresión jocosa, irónica y burlesca del amanerado principio jerárquico de las cortes europeas, en cambio en la actualidad son paradójicamente el eje central de las celebraciones, es decir, que los referentes culturales, históricos, cívicos y festivos fueron monopolizados por un solo tema: los reinados locales y nacionales, sin que esto signifique desapariciones de las tradiciones…”[8]
Pero en el sentir popular este se fue diluyendo hasta casi desaparecer , las razones pueden tener múltiples interpretaciones, pero a nuestro juicio uno solo es el hilo conductor y este es que los sectores populares jamás aceptaron que la Fiesta de La Independencia fuera un hecho belicista, como quisieron hacerles creer desde la elite y la oficialidad, por eso nunca se mostraron de acuerdo con los desfiles militares y mucho menos con los Tedeum en honor a unos “Héroes” lejanos de su realidad, por tanto subrepticiamente utilizaron la fecha oficial para dar rienda suelta a su verdadero culto: El goce.

“El orden y el desorden estaban intrínsecos en las celebraciones de las festividades, sobre todo cuando se conmemoraban fiestas patrias, como el 11 de noviembre. Junto con esto encontramos la exaltación a través de los discursos oficiales (el religioso sobre todo) de la unidad, la cohesión y el deber patriótico, que de una u otra forma pretendían legitimar el orden establecido que bien podía ser alterado o subvertido durante las fiestas. No obstante, las prórrogas que concedía la administración municipal no tenían como fin la repetición de extensos y aburridos discursos oficiales ni los desfiles militares, ni mucho menos el famoso Te Deum. La prolongación de la fiesta tenía como único objetivo seguir bailando y bebiendo en el más completo desenfreno.
‘No sabemos si hay programa, pero nos aseguran que hay fondos suficientes para ofrecer al público algunos números buenos; que habrá una gran plaza de toros; que los bailes públicos principiarán bien temprano(…), bien por Cartagena alegre la cual en esta ocasión como en otras según síntomas piensa extraerle la quinta esencia a las prórrogas clásicas’”[9]

En toda esta etapa, jugó un papel determinante la música, y en la medida que nos fueron ubicando en otros imaginarios más anglosajones que nuestros, ésta se convirtió en el eje articulador de la memoria y sin proponérselo, los hermanos fuentes, al aprovechar para su lucro las festividades de noviembre, fueron construyendo en la mentalidad de las generaciones de cartageneros que esa era la música para noviembre. Una vez acabado el sello disquero y “perdidas” las tradiciones, las generaciones de antaño resistieron con valentía los embates de las nuevas olas y añoraron con nostalgia aquellos tiempos y las trasmitieron a sus hijos y nietos y estos las prolongaron en el tiempo. Por ello los temas como: Píe Pelú, La Tabaquera, Cebú, y otros, hacen parte de ese referente festivo sin importar que sus contextos fueran otros, por esa misma razón no existen temas que exalten siquiera los nombres de nuestro Héroes anónimos, tal como acontece en Cuba por ejemplo. No existe ninguna otra obra musical conocida hasta ahora que narre siquiera en breves trazos lo que aconteció en aquel 11 de Noviembre de 1811 o la resistencia de nuestros antepasados al asedio no sólo de Pablo Morillo, sino de Bolívar, los italianos y uno que otro general avezado de la época republicana.[10]


Sólo la Champeta en un contexto más moderno o urbano, narra las vivencias cotidianas y la resistencia diaria de nuestros ciudadanos ante el asedio actual del matoncito de barrio, del reducidor, del jíbaro y de otros personajes como el cachón, el cachaco, el cobra diario, que en el fondo denotan también una lucha de los sectores populares que se resisten a desaparecer de la historia.



[1] http://www.cartagenacaribe.com/historia/independencia/emancipacion.htm
[2]http://igomeze-caribe.blogspot.com/2006/11/qu-pas-el-11-de-noviembre-en-cartagena.html
[3] En 1815 pasó a Costa-Firme al mando de un ejército de 15.000 hombres. De la isla Margarita se dirigió a Cartagena de Indias, que tomó tras largo sitio… http://www.armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia/02_batallas_celebres--02_combate_navales--01_personajes--10_pablo_es
[4] ROMÁN Romero Raúl. Memoria y contra memoria: el uso público de la historia. Desorden en la plaza. Modernización y memoria urbana en Cartagena. Pág. 16. ed. Lealón Mayo de 2001
[5] ORTÍZ Cassiani, Javier. Modernización y desorden en Cartagena, 1911 – 1930 Amalgama de Ritmos, Desorden en la plaza, Pág. 87. Ed. Lealón Mayo de 2001
[6] ORTÍZ Cassiani, Javier. Modernización y memoria urbana en Cartagena. Modernización y desorden en Cartagena 1911 – 1930: Amalgama de Ritmos, Desorden en la plaza, Ed. Lealón. Mayo de 2001
[7] ROMÁN Romero, Raúl Memoria y contra memoria: uso público de la historia en Cartagena. En: Desorden en la Plaza modernización y memorias urbana en Cartagena. Pág. 18. Ed. Lealón. Mayo de 2001
[8] GUTIÉRREZ Edgar. Fiestas de La Independencia. Pág. 91
[9] ORTÍZ Cassiani, Javier. Modernización y desorden en Cartagena, 1911 – 1930: Amalgama de Ritmos. Pág. 106. ed. Lealón. Mayo de 2001
[10] Cartagena en su heroísmo venció al Sagunto y a Numancia y hoy después de tantos años, después de haber sufrido varios sitios en las guerras civiles, después de haber sido ultrajada por las escuadras extranjeras en cuestiones internacionales…el justo orgullo de sus hijos, que sucumbirán todos bajo sus escombros antes que verla presa…SALVE CARTAGENA REDENTORA!!!! Tu eres debes ser siempre el centinela avanzado del honor y la dignidad de Colombia” Voz del Pueblo, Cartagena, Abril 15 de 1911